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Sumergido e inmerso en los azares de la muerte,
veo pasar el tiempo, veo correr el silencio,
la santísima trinidad negra que me marca con júbilo.
La soberbia sagrada que no deja olvidar, volveré
a los principios del orbe, el cuerpo será inerte y la vida
me hará fuerte.
Transcurriré, en los enigmas de la soledad, me sentaré atrás
y veré envejecer a los demás, en el olvido recordando el
mañana, entre la eléctrica compañía, de un radio a todo el volumen;
Arrasando por los sueños, veré venir tu aliento, me alejaré de la esperanza,
comenzar la danza será en vano, si el el olvido es la ceniza
de los días que se han ido...
musitando una plegaría, un himno, un padre nuestro que han de traer sabiduría
vendrán las visiones de los años ya pasados de los viajes y de amores olvidados
¿Quién retribuirá el tiempo desquiciado que hace envejecer en los demás?
aún sin estar marchito yo seguiré intacto e inerte.
Tu cumplirás con la lejana esencia exorcizando el recuerdo, olvidando...
Calla, siéntate a escuchar que después en gritos y gemidos retornará
la histeria del deseo,
por la muerte que ha olvidado el placer de nuestros cuerpos;
Abolirás de mi cuerpo el deseo de tenerte al llegar a la adultez,
y conocerás el limite de la vida sin la identidad,
desnudos nuestros cuerpos verán envejecer a los demás...
Se desprenden de mi cuerpo caricias para ti,
sollozando en mi hombro hablaras de lo imposible,
porque lo posible todos lo conocen.
Y Yo estaré envejecido y olvidado en tu memoria día a día,
perderé mi identidad como el que duerme para siempre
en el alzheimer o la amnesia, callado y desquiciado
entre los estériles momentos que fecundan estas tierras;
Me ceñirás con tus piernas sólo una vez, y me miraras sólo esta vez
antes que la luz extinga el día, porque yo ya no estaré en tu carne,
viendo envejecer a los demás que se pierden en horas de penumbras,
entre rocas que están frías y con toda la porfía envejezco en tu memoria
que ahora me olvida y me hace historia...
Un cirio encendido me guía
hacia el camino despega,
la muerte y la suerte incierta
que invalida con mesura,
arrepentimiento impetuso
desafiante que unges mi cabeza
con el aceite sagrado de los lobos
con el tinto vino de esta copa trizada
como la soga que ahorca y
balancea como a un niño en su cuna
adormecido y aturdido;
Es mágica la infancia y los Dioses
de las religiones griegas,egipcias,
paganas, católicas y cristianas
no han de entender el rito problemático
que mítico se vuelve en la capital Metropolitana
Si se ven cabalgatas juveniles en una ráfaga de
crepúsculo amarillo.
Es Abril no soy chiquillo. Asolado junto a mi
guitarra que gime como en celo y solloza en cada
nota perdida en este tiempo, que rebota aventurada
con deseo de mujer recién casada e infinita ven y alumbra
a la mujer de mis sueños...
Soy fantasma en tu pasado, fui quien descubrió eternos
secretos de tu vida, en la inmensa sabiduría de las noches
yo fui tu aprendiz quien despierta la edad adulta y es feliz.
En un grito de desesperación ante los ancestros
de la penumbra ermitaña se confunde el deseo
y el poder que engaña, para tener el oculto universo
a mis píes, rendirme en los orgasmos de tu cuerpo
yacer en tus ojos mortales, en deseos carnales y
alejarnos de los conjuros de brujos y sus males...
Nacido en pueblos de pánico
y locura se entierran las angustias
de un día de reencuentros en
botellas de vino Dios en el
cielo negro se esconde,
perdimos los heroicos momentos
que marginan nuestro ser...
Como una flor marchita te recuestas
en esta tierra, mientra la angustia perdura
y con el sol de medio día caemos en locura.
Niña melancolica de final de historias,
de novelas de infancia, despierta entre
mis brazos.
veo tu cintura, tu mirada de asombro
entramos a una danza, siento el calor
de tu regazo mientras nuestros cuerpos
se funden y con las miradas nos hacemos
pedazos...
Pero que es el asombro del reencuentro,
si hay asombro ciñendo nuestro interior,
que cae por los cabellos de los años
¡No son canas, son antiguas experiencias
que nos marcan!.
Estás como la roca volcánica en erupción
ardiente de deseo de la eternidad que resucita
de entre los muertos, los perdidos, pero el
sentimiento existe desde siempre niña mía...
El reencuentro nos incita a perder la razón
y caer en la tentación, sucumbir entre las palabras
y cantinas.
Dionsíacamente nos perdemos
en alabanzas paganas, dos botellas
de vino tinto han de saciar nuestras ganas.
Somos carne, somos sangre, somos hanmbre
de experiencia, somos el reencuentro sentado
en el sepulcro del pasado, somos la vivencia;
ahora sólo somos el recuerdo del amor
la adolesciencia...