skip to main |
skip to sidebar
Como la melodía de un humilde
gemido frenético olvidado. Su
boca malvada me atormenta
y conjura;
Candente de deseos exquisitamente
violentos y rítmicos, su lengua en cada beso
me domina...
Es un alma pécora, una mirada fría y distante;
deseante son sus manos, las que recorren mi cuerpo
llenas del candente deseo peligrosamente bajan,
por mis caderas llenando de pecados mi alma
hereje, incrédula y safía.
Existencia bendita de orgasmos
exquisitos que freneticamente en un vaivén de caderas,
de movimientos suaves convulsionan nuestros cuerpos
fecundos en el lecho...
De tu boca escucho salir el rugido, un gemido, hipnótico
como canto de sirenas, es tu religión la que encandila
y me llena de recuerdo que hacen llorar que están en
mi cabeza, que me hacen escapar estallar en sensaciones
que al sentir tu cuerpo y aroma no puedo
calmar...
Ahora bien; tus labios, tu mirada, y tu cintura me arrastran
a la locura cada noche.
Sabes que eres cautivante administras tu encantos y me cubres
con tus velos sepulcrales y silencio senil armónico.
tu red recolecta los peces cada noche. Y yo quien seré ¿la sombra
de una historia?, de un minuto de tu fe quien mitiga tu placer...
Te seguiré creyendo, te seguiré buscando.
Si creo en la santísima trinidad, en tus caderas, tu mirada,
en tus labios y tu boca, en el sublime deseo en el te amo
que pronuncias con dulcura que se vuelve dictadura...
Escarbo los ultimos atardeceres,
escucho crujir en el crepúsculo
los lamentos de las tardes invernales;
el gran latir de un cardiaco agitado
por sus formas, entre arrugas del peñasco
hacen sentir las trompetas de la desgracia
acusatoria acumulada en los años de la culpa.
Sobre toda la porfía de mi vida, caerán las visiones
y el pecado que llamea en su imagen, en sus curvas
que despiertan aún sensaciones, de juventud ancestral
en la cual todos los años carecen de sentido por el
pánico del destino inmaculado; Carecen de dirección,
carecen de voz tus gemidos entre el dulce sepulcro
y la lapida de de mis años.
Ahora bien te veré en mis infiernos, seré el culpable de mi
vida , de no haberte escogido; seré yo quien te desprecie y
ponga años al olvido.
En la eternidad mi poesía, será religión, será partido, militancia,
critica y alabanza.
Pero quien domina sino la hembra con sus caderas los sentidos, con
su cuerpo y sus vestidos, el aroma de sus cabellos nos devasta
y nos excita; El vino exalta los sentidos, se burla de mi vida...
Una copa de mi vida me alienta escribir en este universo
algunos versos, ya cansado de sentir la inmortalidad de las
palabras, me hacen renovar la argolla en mi mano, como
quién renueva sus votos, provocando añoranzas, iré a misa
los Domingos para entender el paso de la era, aumentando inviernos
sobre inviernos recuerdos de la infancia, de las
hembras que pasaron por mi vida y mi crianza antes
de envejecer...
El vendaval había comenzado un par de horas
atrás, el viento azotaba la ventana y tu no venias.
el reloj agota mi conciencia, en el frío de este pueblo,
mientras a ratos la tierra se estremece, ¡ no deja de temblar!.
Se me agota la dosis de cigarrillos y café que tengo en el velador.
No habrán segundas partes una vez me dije...
¡Y ahora tu llegas a buscarme!, para estar esta noche junto
al calor de mi cuerpo. ¿Qué puedo pensar?.
Agonizan mientras te miro horribles momentos en mi pecho
ido el deseo latiendo de euforia, mi cuerpo pide estar entre tus piernas,
sin inmaginar cada segundo previo a tu llegada.
Ahora bien con la mirada fría de los amantes, sentados en el suelo
frente a la cama desolada, nos dijimos será la ultima vez que nuestros
cuerpos estén juntos, sin palabras nuestros ojos lo decían...
Ahí se dejo ver el orgasmo agonizante e interminable que maldijo
mi pielde tu esencia esa noche.
Sí tu apuñalaste mis sueños sin sentido de una vez rasgando las arterias
y como un puñal que desangra, desbordaste de mi el placer que buscabas
beber esta noche fría y lluviosa.
Ahora bien me das la espalda, hay silencio en el ambiente; No me arrepiento
de tenerte de esta forma tan limítrofe, mientras tu te vistes para decir el adiós
yo mi rostro sin expresión y con desazón miro en el espejo...