martes, 3 de abril de 2012

inconsciencia

Pobres nos vimos después de haber comido y
bebido el vino y  nuestra carne;
Entendí que no existe el hambre,
sólo la culpa o la mirada
atónita y distante del acontecer vasilante en cual
queda el abismo del aliento de tu boca que hechiza
a la mía, dejando la mirada llena del misterio, de
la duda,  de aquel cuerpo que se torna tan violento
y se abalanza  hacia mis brazos buscando el tiempo
devorado, el camino oculto en dirección a tu vientre,
a tus caderas que esperan marchitas por el tiempo
las manos frías y distantes de esos días, esos amantes
que yacen en el recuerdo de la piel...
Si la muerte ha de acabar con los días venideros,
los atardeceres llenos de llamas  y deseos lujuriosos
que se han de olvidar como  hojas quebrajadas
por el sol...

Despertarán al  hombre los frenéticos gemidos de tu boca
al no saciar mi legua, la cual no ha olvidado lo que le depara el
alma; esa alma tan pécora que esta  inmersa en los mas profundos
deseos oscuros de la mente.
Desgarra las piedras en demasía
al ver llorar el cuerpo la espera de los días...
Corrompen al pensamiento hereje, blasfemando
por tu cuerpo.
Si lloraré por no entenderte, por no conocerte
ni saber hasta donde está inmersa la lujuria en los banales
pecados que carga nuestra piel...

Nada estará claro sólo mi inconsciencia...
ni el castigo en el averno calmara mis recuerdos
de la espera; habrán gritos de desesperanza
que buscaran la poca fe que quede dentro de mi
y ahí yo estaré creyendo en tus caderas, la
mirada fría de tus ojos, la sinfonía de tus "Te Amo"
exploraré los recuerdos añejos que alguna vez me tuvieron eufórico
el corazón mientras me quede compasión...